domingo, 1 de noviembre de 2015

NUESTROS MUERTOS

El culto a los muertos se ha manifestado siempre en todas las civilizaciones.
Según la cultura a la que se pertenece se honra a los muertos de una manera o de otra. Los funerales pueden contemplar la incineración, la inhumación, el ofrecimiento de los restos a las deidades a las que se rinde culto...  Pero lo que se repite siempre es la necesidad de de un ritual de despedida de los restos del ser querido, ritual que no puede hacerse patente sin el conocimiento del lugar en que éstos se encuentran.
En Europa se suele inhumar o incinerar el cadáver del difunto y llevar a cabo un ritual de despedida, tras el que el cuerpo o las cenizas se depositan en algún lugar de especial significado. 
En el caso de España se habitúa, en fechas señaladas, como el aniversario del nacimiento o el fallecimiento, o para el Día de los Difuntos, dirigirse a depositar flores, como acto de homenaje y recuerdo, en la sepultura del ser querido.
Pero este sencillo acto le está vedado a un gran número de familias españolas que, 40 años después de la muerte del dictador, continúan todavía con los cuerpos de sus familiares en las cunetas de las carreteras, o en el mejor de los casos, en fosas comunes que se encuentran en los mismos cementerios en los que fueron ejecutados ilegalmente por las tropas franquistas.

A esas fosas comunes se han dirigido durante este fin de semana muchas personas que querían depositar sus flores y rendir homenaje a los republicanos caídos por la Libertad, como es el caso de las existentes en los cementerios de Espinardo (Murcia) y Santa Lucía (Cartagena)




Pero quedan muchísimas familias que todavía quedan sin conocer el lugar donde se encuentran los cuerpos de aquellos de sus miembros que fueron asesinados por defender el legítimo gobierno de la II República, muchísimas las familias que no tienen lugar donde honrar y recordar a sus muertos, a nuestros muertos, porque ellos son los muertos, no de unos pocos, sino de muchos, son los muertos de todos los demócratas, de todos los que creemos en la democracia y la libertad.
Son nuestros muertos