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lunes, 11 de noviembre de 2019

La cuestión del nombre del IES de Lorca José Ibáñez Martín.


¿Se puede entender que todavía exista un centro educativo con tal denominación?  

IES de Lorca

Pero para responder a esta pregunta vamos a ver antes una serie de cuestiones que nos van a clarificar el contexto por el cual se concedió a ese IES el nombre de tan oscuro (de momento dejémoslo ahí) personaje y el contexto, también, en el que nos encontramos ahora.

En primer lugar vamos a referirnos al artículo del catedrático, recientemente fallecido, Josep Fontana, LA CAZA DEL MAESTRO publicado en el periódico de El País en el año 2006 al referirse a la muerte de un insigne maestro, Daniel González Linacero, el día 8 de agosto de 1936 que con 33 años fue asesinado por un grupo de falangistas: “…sólo se explica (el asesinato) por el hecho de que esta muerte formaba parte de una campaña sistemática de persecución de la enseñanza y de la cultura por parte de los sublevados de julio de 1936, como lo manifestaba un artículo publicado en agosto del mismo año en la prensa de Sevilla en que se pedía el castigo de los maestros, la escuela, la prensa y el libro.”  Más adelante, en el mismo artículo, Fontana escribía “Los maestros y los libros fueron los primeros en sufrir tal castigo. La depuración de los maestros no sólo pretendía apartar de la enseñanza a los que no compartían el ideario de los sublevados, sino reducir su número para cerrar escuelas” y citando a José Pemartín, jefe del Servicio de Enseñanza Superior y Media, decía en 1937 << "tal vez un 75 por ciento del personal oficial enseñante ha traicionado -unos abiertamente, otros solapadamente, que son los más peligrosos- a la causa nacional". A lo que añadía: "Una depuración inevitable va a disminuir considerablemente, sin duda, la cantidad de personas de la enseñanza oficial">>. Se clausuraron, por ello, 54 institutos públicos de enseñanza secundaria creados por la República, que el nuevo régimen consideraba innecesarios.” Fontana, después de una serie de consideraciones, concluía el artículo de la siguiente forma “es imposible entender lo que significó la Segunda República Española, y los motivos por los que la combatieron los sublevados de 1936, si se pasan por alto diferencias tan fundamentales como ésta: la República construyó escuelas, creó bibliotecas y formó maestros; el "régimen del 18 de julio" se dedicó desde el primer momento a cerrar escuelas, quemar libros y asesinar maestros”.

 José Ibáñez Martín y su esposa, la condesa de Marín.
Siguiendo con la línea argumentaria que nos deja el profesor Fontana, afirmamos, sin ningún género de dudas, que si hay unas imágenes emblemáticas que puedan mejor representar a la II República española, esas son las del MAESTRO REPUBLICANO, la de la MAESTRA REPUBLICANA y con él y con ella, la de las MISIONES PEDAGÓGICAS, esas misiones especiales en las que intervinieron, de manera totalmente altruista, poetas, escritores y escritoras, artistas de la pintura, del teatro y profesionales de la pedagogía, etc. para llevar la cultura, las obras de arte, el cine, el teatro, hasta los rincones más apartados de nuestra geografía. Esa era la fuerza, la base fundamental en la que se sustentaba gran parte del edificio con el que se pretendía construir la II República española. Porque sin cultura y sin educación no es posible concebir el régimen republicano. Y eso lo sabía perfectamente el régimen que se quería levantar a partir del golpe de estado del 18 de julio de 1936. Sabían perfectamente dónde hacer daño y pusieron el ojo de mira dónde más dolía a los cimientos de la República, en la Educación y en sus profesionales.

¿Qué relación tiene José Ibáñez Martínez con el régimen del 36 y la depuración del magisterio español proveniente de la etapa republicana?

Vamos a ver el artículo publicado por el historiador José Ramón Villanueva Herrero, con el título de JOSÉ IBÁÑEZ MARTÍN Y EL NACIONALCATOLICISMO. En él nos dice lo siguiente:

“quiero referirme brevemente al pensamiento que inspiró su política educativa durante los 12 años que fue ministro de Educación Nacional (1939-1951).

Ibáñez Martín, catedrático de Geografía e Historia, fue un fervoroso intelectual franquista, admirador de la obra unificadora de los Reyes Católicos que soñaba con el resurgir, de la mano de Franco, de nuevos tiempos y glorias imperiales. Ello le hizo admirar el pensamiento de Menéndez Pelayo, cuyas Obras Completas prologó en 1940, y al que definía como "el más glorioso español de todos los tiempos" puesto que el legado del polígrafo cántabro, según Ibáñez Martín, era eficaz y oportuno "en los momentos presentes en que se trata de fundar sobre base firme y cristiana la nueva España". Por ello, Ibáñez Martín se apoyaba en el pensamiento del ultramontano Menéndez Pelayo, incluso para legitimar el golpe militar, al afirmar en dicho prólogo que "nuestra guerra ha sido en realidad una consecuencia necesaria del desvío y abandono del camino tradicional de la cultura española desde comienzos del siglo XIX", alusión recurrente del pensamiento reaccionario que atribuía la decadencia de España al liberalismo, positivismo histórico y al materialismo, a los que se consideraba enemigos viscerales de la tradición hispana.

En 1942, J. Ibáñez Martín, el mayor "torquemada"
 contra el mundo de la educación y de la cultura


Con este bagaje ideológico, Ibáñez Martín, impregnado de un españolismo tan férreo como dogmático, asumió en 1939 el cargo de ministro de Educación Nacional. Vinculado desde los años de la II República a la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) y con una intensa relación con el Opus Dei, por medio de su amigo José María Albareda, acometió con fervor la tarea de "recristianizar" España mediante la construcción de una nueva tradición nacionalcatólica al servicio del franquismo. Por ello, fue el artífice de la legislación educativa de los primeros años de la dictadura: la Ley de Ordenación Universitaria (1943), la Ley de Ordenación de la Enseñanza Primaria (1945), así como los decretos que establecían la obligatoriedad de la enseñanza religiosa de 26 de enero de 1944 y el que imponía los cursos de formación política de 10 de abril de 1944.
 

Las ideas básicas de la política educativa de Ibáñez Martín se recogen en la citada Ley de 29 de julio de 1943 de Ordenación Universitaria. En ella, se enfatizaba el carácter confesional de la educación en España al indicarse en su preámbulo que, "además de reconocer los derechos docentes de la Iglesia en materia universitaria, quiere ante todo que la Universidad del Estado sea católica".
 
Ibáñez Martín, conocido por su indisimulada admiración 
por el régimen nazi. En la foto debate con Scheel, jefe de
 los estudiantes del III Reich.


Por esta razón, Ibáñez Martín concedió privilegios a la Iglesia, propició la entrada del Opus Dei en el ámbito universitario, ampliando más tarde la preeminencia de la Iglesia también, en la enseñanza primaria y media.
 

Igualmente, la citada Ley de 1943 dejaba claro el carácter político al servicio del régimen de los estudios superiores, al señalar textualmente que "la República lanzó a la Universidad por la pendiente del aniquilamiento y la desespañolización, hasta el punto de que brotaron en su propia entraña las más monstruosas negaciones nacionales. La Ley, en todos sus preceptos y artículos, exige el fiel servicio de la Universidad a los ideales de la Falange".
 

De este modo, tanto en la Universidad, como también en los otros niveles educativos, Ibáñez Martín pretendía crear, a semejanza del nazismo, un nuevo modelo de "estudiante patriota" que, como indicaba el ministro turolense en un discurso pronunciado en la Universidad de Valencia en 1944, sin que éste "lo deforme y corrompa la soberbia científica". Hay que recordar que, por medio de diversas órdenes ministeriales dictadas por Ibáñez Martín, las vacantes producidas en el Magisterio como consecuencia de la depuración de maestros republicanos se cubrieron en parte por militares y excombatientes. Así, la Orden de 15 de febrero de 1940 tenía por objeto "dar el máximo de facilidades a los alféreces provisionales del Ejército que deseen acudir a la convocatoria de ingreso en el Magisterio Nacional", para los cuales se convocaron un total de 4.000 plazas a cubrir por estos militares-maestros.

El carácter de adoctrinamiento político en el ámbito educativo quedaba reforzado con la imposición de la asignatura de Formación del Espíritu Nacional, la denostada FEN.


Por todo lo dicho, la política educativa de Ibáñez Martín se caracterizó por su fuerte dogmatismo político y religioso y sus caducos métodos pedagógicos, que separaba la enseñanza de la investigación y que sometía el conocimiento a la ideología (franquista). Este entramado educativo conocido como el nacionalcatolicismo, fue el que sufrieron, sufrimos, varias generaciones de españoles. Un triste legado que no merece ser recordado manteniendo el nombre de José Ibáñez Martín en un centro educativo de la ciudad de Teruel y en otro de la villa de Utrillas. Sus respectivos consejos escolares tienen la palabra para superar este anacronismo contrario a los valores democráticos de nuestro actual sistema educativo, y a la dignidad y la memoria de tantos docentes y alumnos que sufrieron la implacable depuración de personas e ideas promovida por José Ibáñez Martín”.

Recordamos aquí que los centros a los que hace alusión el profesor José Ramón Villanueva han entendido la ignominia de su nomenclatura y procedieron a su cambio. Quedándose la ciudad de Lorca en solitario con ese infame deshonor.

Nuestro compañero e investigador Floren Dimas, nos ilustra también acerca del personaje. “protagonista de un gigantesco programa de represión contra todo el mundo educativo, con el resultado de fusilamientos, expulsión de la docencia, presidio, destierro, exilio, hambre y marginación de miles de maestros y profesores, privando a los alumnos de la oportunidad de recibir la educación de excelencia que la República había iniciado en las aulas.
Su pertenencia al Opus Dei, le llevó a entregar a la Iglesia una parte muy importante del área educativa en las enseñanzas primarias, secundarias y universitarias, y a orientar los programas públicos de educación en base a la doctrina del nacionalcatolicismo, subordinando las políticas formativas a los designios del nuevo estado dictatorial. La moderna historiografía ha acreditado su implicación personal, en la tarea de crear una conciencia general de sumisión a aquellos principios totalitarios”.

 
La base de sus políticas educativas estaban orientadas
 por el sectarismo del nacionalcatolicismo
Por si no tenemos bastante, para hacernos una idea del pensamiento de este destacado apologeta del franquismo, veamos una de sus frases destacadas en su discurso de Apertura del Curso Académico 1940-41 en la  Universidad de Valladolid:

“…Era vital para nuestra cultura amputar con energía los miembros corruptos, segar con golpes certeros e implacables de guadaña la maleza, limpiar y purificar los elementos nocivos. Si alguna depuración exigía minuciosidad y entereza para no doblegarse con generosos miramientos a consideraciones falsamente humanas, era la del profesorado…”.


¿Cuál fue su relación con la ciudad de Lorca?,

Floren Dimas también nos documenta que, al entablar relaciones con la hija del conde de San Julián, María de los Ángeles Pérez de Meca, condesa de Marín, con quién contrajo matrimonio en 1930, consolidaba así una plataforma familiar entroncada con lo más granado de la casposa oligarquía lorquina, que le permitiría llegar a relevantes puestos provinciales.

Pero fue durante la dictadura de Primo de Rivera cuando Ibáñez Martín tuvo contacto con el conde de San Julián quien, para apoyar su candidatura como diputado a Cortés por partidos ultraconservadores, no solo subvencionó sus campañas, sino que hasta le compró una imprenta.

Durante el bienio negro llego a ser diputado de la CEDA, con Gil Robles, hasta la sublevación fascista de 1936.


Quizás ya tengamos suficientes elementos para poder responder a la pregunta con la que iniciamos este artículo ¿tiene alguna lógica? NINGUNA. Desde el punto de vista del franquismo, la dictadura, la intolerancia, la sumisión de la mujer al hombre, el sectarismo del nacionalcatolicismo, la homofobia, la xenofobia, la unicidad religiosa y el pensamiento único rancio ultramontano, puede que la tenga; pero desde la diversidad, la libertad, la justicia social, el respeto  al pensamiento crítico, el derecho a ser diferente, la democracia, valores todos intrínsicamente ligados a lo que representa la República, y a un Estado moderno democrático, JAMÁS PUEDE ENTENDERSE.



¿Qué valores tiene que representar una institución educativa pública?

 A nosotros y nosotras no nos cabe la menor duda, los valores son antagónicos al nombre de José Ibáñez Martín. ¿Alguien en su sano juicio puede entender que una institución que debe defender los valores más abiertos en derechos, en toda su extensión, en libertad y en justicia social, tenga el nombre del mayor represor del magisterio que partió de los principios más abiertos y liberadores, de la Institución Libre de Enseñanza, organismo de extraordinaria solvencia educativa en los foros más democráticos de Europa? ¿Cómo explicamos esto a los alumnos y alumnas que tengan que pasar por este centro? ¿Cómo se lo explicamos a los profesores y profesoras que tengan que ejercer en él? ¿Es entendible en una sociedad con una mínima  sensibilidad democrática?.

¿Qué estamos haciendo?

A partir de 2006 se han estado llevando a cabo en Lorca campañas de información y sensibilización, sobre la necesidad de proceder al cambio de denominación del IES de Lorca.

 Como resultado de una primera campaña promovida por la asociación de víctimas del franquismo “Amigos de los Caídos por la Libertad (1939-1945)” de la Región de Murcia,  basada en la colocación de carteles, reparto de octavillas, entrevistas en radio y TV de ámbito local y regional, se llegó incluso a presentar una denuncia en el juzgado contra la permanencia del nombre del Instituto, y acogiéndose a la Ley 33/1981 del Escudo de España, se obligó a la eliminación del gran escudo franquista de la entrada principal.

La respuesta de la derecha local no se hizo esperar, organizándose una recogida de firmas entre el sector más ultramontano de la sociedad lorquina, y creándose todo un frente corporativo a favor de la continuidad de la denominación del IES. Por el contrario, la izquierda lorquina se abstuvo de pronunciarse en este reñido debate.

Posteriormente, un rosario de cartas al Alcalde, al Director del IES, al Consejo Escolar, a distintos medios de comunicación, al Defensor del Pueblo, a partidos políticos y sindicatos, a la Consejería de Educación y un largo etcétera, con escasos resultados debido a la increíble dejadez y desvergüenza de la clase política que ha y está gobernando esta Región, a la falta de información, a pesar del enorme esfuerzo que desde el mundo memorialista se está realizando y, por tanto, a la  consecuente desmovilización de la sociedad civil.

Transcurridos 75 años desde la inauguración del IES, y acogiéndose a lo dispuesto en el artículo 15 de la Ley 56/2007 de la Memoria Histórica, en relación con la retirada de los símbolos franquistas, viendo la necesidad de proceder a la eliminación de la denominación de este IES, y su sustitución por otra consensuada entre las instituciones y los agentes sociales competentes, se creó, a iniciativa de la Federación de Asociaciones de Memoria Histórica de la Región de Murcia, en enero del 2018,  una Plataforma de amplio espectro social, para diseñar y llevar a efecto una estrategia de movilizaciones, que tuviera por objetivo acabar con esta vergüenza moral y democrática, la de que un centro público educativo tenga por titular a alguien implicado en hechos gravísimos, atentatorios contra la Vida, la Libertad y la Cultura de todo un pueblo mediante métodos condenados por la legislación internacional, en exigencia taxativa de lo previsto en el Artículo 15 de la vigente Ley de la Memoria Histórica. Porque los nombres de las instituciones democráticas deben servir para honrar a los que nos honraron. Y no al revés.

Es hora ya de reactivar este instrumento y  movilizar a la sociedad civil para darle a la ciudad de Lorca la dignidad que se merece.


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