FRENTE A LA IGNOMINIA.... DIGNIDAD
Se han
consolidado las pretensiones del sector más conservador de la ciudadanía
murciana. El pasado 12 de abril, el diario La Opinión de Murcia adelantó la
noticia de que el Ministerio de Fomento dio vía libre a que el aeropuerto de
Corvera llevara el nombre del ingeniero Juan
de la Cierva, conspirador contra la República, saboteador en negocios de la
misma y facilitador del golpe de Estado de 18 de julio de 1936.
El conspirador y golpista Juan de la Cierva. |
Precedentes de la polémica
La Federación de Asociaciones de
Memoria Histórica de la Región de Murcia (FAMH-RM) ya dejó constancia a primeros
de este año en la Dirección General de Memoria Democrática, en visita a Madrid,
de su negativa a la trayectoria que estaba llevando el trámite de esa
denominación a esa infraestructura murciana tanto por el Gobierno regional del
PP como por la familia de dicho ingeniero. El director general de Memoria
Democrática confesó a la delegación murciana no estar al corriente de ese tema,
y prometió informarse y terciar en el mismo
El asunto siguió suscitando una cierta
polémica en los medios de comunicación regionales, lo que no fue un obstáculo
para que la iniciativa siguiera adelante.
Recordemos que, en el ámbito
institucional regional, el BORM número 24 de 2017 publicaba la moción 397
aprobada en la Comisión de Política Territorial, Medio Ambiente, Agricultura y
Agua, en sesión celebrada el 4 de julio, sobre denominación del aeropuerto de
Corvera como ‘Aeropuerto Internacional de Murcia-Juan de la Cierva Codorníu”,
por cinco votos a favor (PP y Cs) y cuatro en contra (PSOE y Podemos).
En febrero pasado, la Comisión de
Fomento del Congreso de los Diputados ratificaba esa denominación para el
aeropuerto con los votos de PP, Ciudadanos y Foro de Asturias, el rechazo de
Podemos y Compromís y la sorprendente abstención del PSOE (que, recordemos,
había votado en contra en la Asamblea Regional de Murcia).
Escritos dirigidos a instancias varias
La FAMH-RM
en fecha 12-02-19, antes del acuerdo del Congreso, había enviado un escrito a
la dirección de AENA
transmitiéndole la “petición corporativa de todas las Asociaciones
memorialistas de la Región de Murcia de que no se autorice [por AENA] la
denominación ‘Juan de la Cierva’ para el Aeropuerto recientemente inaugurado en
Corvera (Murcia)”, pues el hecho -históricamente verificado- de haber sido el
inventor del autogiro como precursor del helicóptero, ha sido la razón
fundamental en la que se han basado los organismos postulantes, “sin atender al
juicio contradictorio que debería de haberse planteado sobre la idoneidad de
dicha propuesta, considerando la repercusión interpretativa que el referente
onomástico de una obra pública de esta envergadura proyecta sobre los usuarios,
al ser cuestionables los valores de ejemplaridad y homenaje que se pretenden
reconocer”.
El escrito
continuaba aclarando que “nadie discute la genialidad del inventor, ni su
importante contribución al progreso de la Aeronáutica, circunstancia que
dejamos fuera del debate por tratarse de una realidad asentada en la
historiografía de los avances tecnológicos del siglo XX, pero cuando se trata
de relacionar el nombre de una persona, por relevantes que sean los méritos que
se atribuyen, ligándolo a una obra de titularidad pública, hay que entrar a
considerar no solo sus virtudes, sino también tener la certeza de que en su
trayectoria vital no hay lugar para hechos censurables que lo descalifiquen
como merecedor a esa distinción”.
Y en relación
con la posición favorable a esa denominación por parte de la familia del
inventor, se recuerda que “exhiben sus familiares en medio público que su
recomendación a los golpistas de alquilar un aparato De Havilland DH 89 Dragon
Rapide la hizo desconociendo que iba a ser utilizado para transportar a
Franco desde Las Palmas de Gran Canaria a Tetuán, desde donde dirigiría la sublevación militar contra el Gobierno de España,
apartando toda idea de complicidad con tales preparativos”. Pero en el escrito
se recuerda que “la moderna historiografía publicada sobre los planes de la
rebelión militar asignan a Juan de la
Cierva un papel de suma relevancia, en el que sus conocimientos sobre materia
aeronáutica, su trayectoria familiar y personal de naturaleza ultraconservadora
y su adhesión explícita al movimiento sedicioso fueron tan apreciados por los
insurgentes, iniciada ya la contienda, que le propusieron –y él aceptó- formar
parte de una comisión para la adquisición de aviones a la Italia de Mussolini
con destino a las fuerzas sublevadas, según aparece probado en la
historiografía consolidada”.
Dragon Rapide |
El escrito
concluía con al ruego al director de AENA de que “sean valorados estos
razonamientos para impedir la incongruencia histórica, ética y moral, que
significaría que el nombre de alguien que contribuyó de forma tan explícita a
un golpe de estado, cooperando con los sublevados de forma tan decisiva, pueda
ser utilizado para dar titularidad a un aeropuerto internacional, porque los
nombres de las instituciones deben de servir a los que nos honraron. Y no al
revés”.
Tras esa carta
del pasado mes de febrero, La FAMH-RM, una vez consolidado el acuerdo de la
Comisión de Fomento del Congreso, ha dirigido un escrito de protesta al
Ministerio de Justicia y, en los próximos días, hará lo propio con una carta al
Ministerio de Fomento.
Porque, recordemos, al margen de la polémica suscitada
por la contribución del inventor al golpe de Estado, la Federación quiere
recordar que la denominación propuesta para el aeropuerto de Corvera choca
abiertamente con lo estipulado en la Ley de Memoria Histórica, cuyo artículo 15.1
reza literalmente así: “Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus
competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos,
insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación,
personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la
represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de
subvenciones o ayudas públicas”.
La moderna historiografía asigna a Juan de la Cierva
un papel destacado en el golpe de Estado contra la República
Publicaciones
recientes sobre los planes de la rebelión militar asignan a Juan de la Cierva
un papel de suma relevancia; sus conocimientos sobre materia aeronáutica, su
trayectoria familiar y personal de naturaleza ultraconservadora y su adhesión
explícita al movimiento sedicioso fueron tan apreciados por los insurgentes,
iniciada ya la contienda, que le propusieron –y él aceptó- formar parte de una
comisión para la adquisición de aviones a la Italia de Mussolini con destino a
las fuerzas sublevadas, según aparece probado en la historiografía consolidada.
El diplomático
e historiador Ángel Viñas, en tres
artículos recientes sobre la polémica, afirma con rotundidad que De la Cierva,
asentado en Londres, de familia de rancia raigambre monárquica, no se mantuvo
al margen; formaba parte activa del mundillo más o menos cerrado de los clubes
londinenses en los que, desde muy pronto, empezó a conspirarse contra la
República. Uno de los tertulianos, Charles
Petrie, historiador y ultracatólico, se pavoneaba de su flirteo con el
fascismo. Otros tertulianos, como el duque
de Alba, posterior embajador de España con Franco, se dejaban caer por esas
citas. Pero en el tema del Dragon Rapide,
el tertuliano fundamental fue Douglas
Francis Jerrold, que participaba en esas tertulias junto a Luis A. Bolín (corresponsal en Londres
de ABC) y Juan de la Cierva,
personas todas con acceso ilimitado a diarios británicos de derechas como el Morning Post, el Daily Mail y el Daily Telegraph.
Por entonces,
la empresa que De la Cierva había fundado en Londres desarrollaba un programa
de pruebas en cooperación con el Ministerio del Aire, lo que le puso en
contacto con los militares británicos.
A finales de
mayo de 1936, el conde de los Andes, uno
de los activistas más empeñados en derribar la República, comunicó al
corresponsal de ABC en Londres que en España se estaba tramando algo serio. De
la Cierva estaba al corriente de ello, por lo que, según Ángel Viñas, “hemos de
suponer que el encargo del Dragon Rapide
no le sorprendería demasiado”. Viñas afirma que sobre estos asuntos podemos
recurrir a lo escrito por Jerrold, Bolín y Luca de Tena, que difieren algo,
pero “lo que está absolutamente claro es que Juan de la Cierva sabía desde el
primer momento para qué iba a servir el Dragon
Rapide”.
Por si hubieran
dudas sobre su actitud favorable al golpe de Estado, Viñas tiene documentada
una visita del ingeniero español desde Londres a Roma, para visitar al Duce,
visita anunciada al dictador italiano por el mismo Alfonso XIII. En ese viaje,
en el que le acompañaban Bolín y el marqués de Viana, se trataba de adquirir
aviones para la inminente sublevación, que, como puede verse, tuvo mucho de
trama monárquica, algo ampliamente documentado por Ángel Viñas en su reciente
libro ‘¿Quién quiso la Guerra Civil?
Historia de una conspiración’.
Al estallar la
sublevación contra la República, y pese a las estipulaciones del Comité de No
Intervención, Juan de la Cierva pudo adquirir en el plazo de tres semanas unos
diez aviones civiles, con dinero del banquero Juan March o del propio Alfonso XIII.
Así mismo, este
historiador tiene documentado incluso, fruto de los contactos de De la Cierva
con la Alemania nazi, un viaje a Berlín en septiembre de 1936 para, por encargo
del general Mola, comprar armas y cartuchos para los sublevados, para lo que
contactó con Wilhelm Franz Canaris,
el que luego sería jefe del espionaje alemán.
Juan March,
Juan Ventosa y Juan de la Cierva, financiadores del franquismo
Según notas que
nos ha pasado el escritor cartagenero Juan
Eladio Palmis, en las Memorias escritas y publicadas por el que diplomático
español Francisco Serrat y Bonastre, las
ciudades españolas de Burgos y Salamanca bullían en los días posteriores al
golpe de Estado con la presencia de personajes como Ramón Padilla, Sáncho Dávila y otros jefes de Falange; Rafael Olazábal y el conde de Rodezno, carlistas; Goicoechea y su acólito Yanguas, agentes auxiliares, políticos
y otros personajes como Juan March, Juan Ventosa y Juan de la Cierva”.
El no tan
conocido financiero Juan de Ventosa, también barcelonés de nacimiento como el autor de las memorias
referidas fue varias veces
ministro de Hacienda, y, más importante, ministro de Abastos, con el rey Alfonso XIII, fijó su residencia en
Burgos en aquellos años, y como era un experto en la repatriación de capitales, colaboró y
logró ser un
suministrador de dineros de primera magnitud para financiar y mantener económicamente el golpe de
Estado.
Además, Juan
Eladio Palmis nos recuerda, al igual que Ángel Viñas, que en la capital
británica “residía desde los inicios del Gobierno republicano un grupo de
aristócratas y monárquicos exiliados entre los que destacaban el duque de Alba, el marqués del Moral, el marqués
de Portazgo y el terrateniente don Alfonso
de Olano y Tliinkier, quienes organizaron una junta nacional que comenzó a
conspirar desde el mismo día de iniciada la rebelión.” El célebre ingeniero
Juan de la Cierva fue erigido jefe del grupo por sus aceitados contactos con
los industriales de la aviación.
El propio De la
Cierva fue el encargado de las compras de armas que el emisario del gobierno
republicano de Giral estaba negociando en Londres. Para que esa maniobra
pudiera realizarse fue clave la traición a la República de su embajador Julio López Oliván. Utilizando las
reservas que la agencia londinense del Banco de España tenía depositadas en el
Westminster Bank, Oliván financió la compra de armas, pero para los rebeldes,
con la aquiescencia cómplice del ministro de Relaciones Exteriores, Anthony Eden.