domingo, 15 de julio de 2018

Juan de la Cierva: aviador, inventor y GOLPISTA.


Cuando hablamos del aviador Juan De la Cierva y Codorniú solemos referirnos a su condición de inventor; de inventor del autogiro, concretamente, dejando de lado su papel
Juan De la Cierva
aviador, inventor y golpista
como colaborador necesario en el golpe de estado del 36. Olvidamos que De la Cierva ayudó a las fuerzas sublevadas para que éstas consiguieran el avión De Havilland DH.89 Dragón Rapide en el que el general Franco voló desde Gando (Canarias) a Tetuán (Marruecos español) para tomar el mando del ejército del norte de África.

Así lo relata Ángel Viñas en su libro "La conspiración del General Franco", donde demuestra el grado de participación en el golpe de Estado del inventor del Autogiro, y así lo dice también Ricardo De la Cierva y Hoces, el propio sobrino del aviador, inventor y golpista, ver vídeo: 


https://youtu.be/bUcbpolw9Mg


El también golpista Yagüe había planeado con Francisco Herrera, enlace entre los conspiradores de España y los de Marruecos, trasladar a Franco en un avión desde Canarias, y Mola aceptó la idea, a pesar de las dificultades que implicaba conseguir un avión en tan corto plazo.

Juan March, en entrevista con Herrera el 4 de julio (9 días antes del asesinato de Calvo Sotelo) en Biarritz, ofreció el dinero necesario y El marqués de Luca de Tena, propietario del periódico Abc, telefoneó a Luis Bolín, su corresponsal en Inglaterra, y le dio instrucciones para que alquilara un avión.

¿A quién recurrió Bolín para conseguirlo? A Juan De la Cierva, el aviador español residente en Londres, buen conocedor de la aviación privada inglesa, por cuya recomendación alquiló un bimotor Havilland Dragon Rapide al Olley Air Services de Croydon. 

El avión despegó a primera hora de la mañana del día 11 de julio, dos días antes del asesinato de Calvo Sotelo, y llegó a Casablanca al día siguiente después de escalas en Portugal. El aparato elegido por De la Cierva, matriculado G-ACYR, pertenecía a la Olley

Air Service Ltd. A su piloto, Cecil Bebb, se le hizo creer que iba a transportar a un líder rebelde del Rif, dispuesto a organizar un levantamiento en Marruecos.

" Todo estaba orquestado: El General Emilio Mola, dio luz verde al viaje; Juan March, puso el dinero; Juan Ignacio Luca de Tena, director de ABC, estuvo encargado de la tarea de desinformación previa al golpe; Juan de la Cierva, inventor del autogiro, elegiría el avión; Luis Bolín, corresponsal de ABC, en Londres, organizaría los contactos técnicos; El Duque de Alba, con poderosas amistades en Londres, se haría cargo del seguro, de 10.000 libras esterlinas, y el Marqués de Mérito, tapadera aristocrática del viaje" (m.publico.es, 6/07/2016).

Pero ¿cómo quedó la ciencia tras el golpe de estado franquista? , según Manuel Ansede (el país 25/07/2015) el golpe de Estado de 1936 y la Guerra Civil barrieron el progreso que suponía para la ciencia en España la Junta para Ampliación de
Instituto Internacional de Madrid uno
de los más importantes organismos
creados por la JAE.
Estudios (JAE), una institución que pagaba a los mejores científicos españoles estancias en las grandes universidades europeas y americanas,  y que  
contribuyó al florecimiento de la Edad de Plata de las letras y las ciencias en España durante el primer tercio del siglo XX.

En el mismo artículo se menciona a los historiadores Manuel Castillo y Juan Luis Rubio, catedrático emérito y profesor respectivamente de la Universidad de Sevilla y autores del libro "Enseñanza, ciencia e ideología en España (1890-1950)"  donde recuerdan que José Ibáñez Martín, ministro de Educación entre 1939 y 1951, asumió la decisión de “recristianizar la sociedad” y cuya  represión supuso un gran vacio en la universidad: de los 580 catedráticos que había, 20 fueron asesinados, 150 expulsados y 195 se exiliaron. Ministro franquista que, por otra parte, para vergüenza de los murcianos con sensibilidad democrática, tienen que soportar aún que   un Instituto de Enseñanza Secundaria en Lorca lleve su nombre.
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Sobre las cenizas del JAE, y bajo la batuta de José María Albareda, miembro del Opus Dei, más tarde ordenado sacerdote, se creó en 1939 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que nació para intentar “la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruida en el siglo XVIII”, según la ley que lo creó el 24 de noviembre de 1939.

Con ello se adelantó decenas de años a la corriente creacionista tan en boga hoy en algunas universidades norteamericanas que afinan la inventiva para introducir sus teorías como avaladas por la ciencia”, ironizaba Manuel Castillo. “La falta de libertad de pensamiento y de expresión durante casi 40 años taró al país y lo convirtió en uno de los más subdesarrollados del continente en ciencia y en cultura general”, sentencia el catedrático emérito.

Autogiro.
Recuerda el mismo periodista en un artículo fechado el 30/05/2016  como los ganadores de la Guerra Civil “desmantelaron” el legado de Ramón y Cajal en España. “Los que estaban al mando del nuevo Estado creyeron necesario llevar a cabo una limpieza política que purgara el Instituto de sus indeseables connotaciones, pero sin renunciar a los beneficios del prestigio internacional que Cajal y su escuela habían cosechado”, La dictadura recién nacida en 1939 gaseó el instituto. Grandes investigadores en neurología y psiquiatría se exiliaron (como Dionisio Nieto que huyó a México o Miguel Prados Such  exiliado en Canadá), otros como Gonzalo Rodríguez Lafora, jefe del laboratorio de Fisiología experimental del Sistema Nervioso creado por Cajal, fue condenado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas a ocho años de inhabilitación especial para ejercicio de cargos públicos y al pago de una multa de 50.000 pesetas, finalmente tuvo que exiliarse en México.

“Otros discípulos de Cajal permanecieron en la España de Franco y fueron sometidos a procesos de depuración”, relata Rafael Huertas en su libro "La  destrucción de la ciencia en España: depuración universitaria en el franquismo". El Instituto Cajal se vació de cerebros, en consonancia con el resto de España.

Entonces, ¿Cuál es el legado de De la Cierva? ¿la invención del autogiro exclusivamente?  ¿hay que recordarlo sólo por eso? ¿qué hizo, además, por la ciencia? ¿hay qué olvidar que fue una pieza fundamental en el engranaje del golpe franquista que trajo, entre otros desastres, un monumental retraso en la cultura, la investigación y  la enseñanza?

El exilio,
 consecuencia del golpe de  Estado
No debemos olvidar nunca que fue uno de los responsables de que Franco pudiese hacerse cargo de la sanguinaria Legión y de los Regulares Marroquíes que atravesaron el Estrecho, generando con ello la atrocidad más grande de nuestra Historia más reciente No puede haber ningún mérito anterior o posterior que pueda justificar el comportamiento del aviador.

Y ahora se pretende, al parecer, poner su nombre al aeropuerto de Corvera (como si la idea y la construcción del mismo no hubiera traído ya suficiente polémica). El nombre de un golpista no puede ser ensalzado de esta manera. Esto supondría un nuevo enaltecimiento del régimen franquista, una nueva vulneración de la Ley de la Memoria Histórica, un insulto imperdonable para las víctimas del terrorismo franquista (que, a la postre, somos todos). No se puede homenajear con el nombre de Juan de la Cierva ninguna calle, plaza, construcción o lugar público, independientemente de sus méritos como inventor, que no discutimos, olvidando todo lo demás.  La hipotética apertura del aeropuerto de Corvera no puede realizarse de ninguna de las maneras, en un Estado de Derecho, o con pretensiones de ser democrático,  con la denominación de quien favoreciera un golpe de Estado a un régimen democrático para instaurar, tras ello, un régimen  fascista.

Julio de 2018. 



1 comentario:

  1. La Constitución que nos otorgamos los españoles en 1.978 fue producto de lo que definimos como “El espíritu de la transición” por el que acordamos mirar hacia adelante sin volver la vista atrás para evitar echarnos los muertos de las dos Españas a la cara. Actitud que nos hubiera hecho imposible la convivencia y, por tanto, desarrollar una democracia plena.
    Pues bien, parece ser que los mismos, o sus descendientes intelectuales, que no aceptaban la convivencia democrática en 1936 tampoco aceptan ahora respetar la voluntad de una mayoría (87,78%) de los españoles que sancionaron con su voto dicha Constitución y nos proponen que hagamos “memoria histórica” y volvamos a aquellos tiempos en los que los disparates de un bando eran respondidos por los del otro. Parece como si algunos no hubieran comprendido todavía que las dos Españas no son el resultado de dos bandos ideológicos incapaces de respetarse el uno al otro, sino un bando compuesto de gentes de inclinación totalitaria y antidemocrática y otro de gentes de derecha, centro o izquierda que anteponen su sentido democrático a su propia ideología. Como es natural los primeros no son de fiar y es lógico que no firmen sus artículos y se pongan antifaces para no ser reconocidos.
    Efectivamente, parece ser que mi abuelo fue quien indicó el avión apropiado, no sé si con conocimiento o no de para quién era ni si sabía para quién y para qué sería utilizado. Ni yo le conocí y, por tanto, nunca pude hablar con él, ni sus hijos, muy niños cuando murió, fueron informados por su padre, como es natural. Pero al o la escritora de este artículo que le informaré que al hermano del inventor lo secuestraron en Barajas y lo asesinaron en Paracuellos del Jarama, y a su padre no pudieron asesinarlo los mismos psicópatas porque se refugió en la Embajada de Noruega. Ahora que este alma de cántaro diga qué hubiera hecho él en su lugar, incluso sabiendo las consecuencias de identificar aquel avión.
    Y para terminar, lo más determinante: las calles, plazas o aeropuertos a los que les ponen su nombre no lo hacen por saber qué avión era el adecuado para transportar a una persona entre las Islas Canarias y Tetuán, sino por su importante invento para el desarrollo de la aviación.

    Juan de la Cierva Bento

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